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La ambición de las instituciones financieras internacionales es necesaria para recuperar la confianza en el multilateralismo

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Photo: Tlhabi Monnakgotla
En vísperas de las reuniones de primavera del Banco Mundial/FMI de 2023, Juan Manuel Santos esboza la oportunidad de un cambio radical en las instituciones financieras internacionales.
 
 

Este artículo se publicó por primera vez en el Financial Times.

Los gobernadores del Banco Mundial/FMI, reunidos esta semana en Washington, tienen una oportunidad histórica de abordar la triple crisis del clima, de la deuda y de la pobreza. Deben restablecer la confianza en el multilateralismo al fijar un alto nivel de ambición para que las instituciones financieras internacionales (IFI) aceleren su labor a la hora de abordar algunos de los mayores retos del mundo.

Los retos son urgentes. Una financiación externa anual de 1 billón de dólares ayudaría a los países en vías de desarrollo a proteger a su población de los crecientes impactos climáticos, a realizar la transición de sus economías y a restaurar la naturaleza. No obstante, aún no se ha cumplido la promesa de 100000 millones de dólares anuales hecha en 2009. Mientras tanto, el 60 % de los países de bajos ingresos tienen dificultades en relación con endeudamiento o están cerca de tenerlas. Los impactos económicos de la pandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania agravan la desigualdad. El Banco Mundial calcula que casi 100 millones de personas más viven ahora en la pobreza extrema que antes de la pandemia.

Los gobernadores del Banco Mundial parecen dispuestos a introducir cambios graduales, de tal vez 5000 millones de dólares más en préstamos anuales, pero esa cifra no se acerca ni un poco a la triplicación necesaria de los recursos. Dada la distribución anticipada de los préstamos por la pandemia por COVID, es posible que, de hecho, los préstamos disminuyan el año que viene y, ante la escasez de recursos, las opiniones divergentes de los accionistas sobre las prioridades de las IFI corren el riesgo de agravar la desconfianza mundial.

La mera magnitud de las necesidades exige un cambio de paradigma. La respuesta internacional debe ser mucho mayor. Necesitamos más capital privado invertido en los países en vías de desarrollo, además de más dinero público internacional, tanto para facilitar esa inversión como para complementar los recursos nacionales. Pero el costo del capital para la mayoría de los países en vías de desarrollo es muy alto, el sistema internacional de ayuda a los que tienen dificultades en relación con endeudamiento no funciona y las naciones más ricas no quieren dedicar suficiente dinero a resolver los problemas que, en parte, han causado.

Las IFI son la forma más eficaz de financiar tanto el desarrollo nacional como los bienes públicos mundiales. Sin embargo, son conservadoras y reacias a innovar a gran escala. Necesitamos más préstamos de las IFI, para movilizar tantos recursos adicionales como sea posible y, a la vez, proteger a los pobres. Entre las ideas para lograrlo, figuran un mejor uso del capital existente de las IFI, aumentos de capital, más financiación en condiciones favorables, más inversión privada, un uso creativo de los derechos especiales de giro del FMI para bajar las tasas de interés e impuestos innovadores a quienes más se benefician de los combustibles fósiles. Algunas de ellas pueden entrañar riesgos, pero los riesgos para todos nosotros generados por la inacción frente al clima, a las pandemias y a la pobreza son enormes.

Con suficiente dinero adicional, es más fácil resolver las supuestas disyuntivas entre clima y desarrollo, y entre prioridades nacionales y bienes públicos mundiales. No se trata de elegir entre una economía sana o un planeta sano. No podemos tener una cosa sin la otra. Los países que menos han contribuido al cambio climático tampoco deberían recibir menos recursos para sus prioridades. Tengamos cero emisiones y cero pobreza.

Las decisiones sobre cómo gastar exactamente los recursos adicionales de las IFI pueden tomarse después. La tarea ahora consiste en generar confianza en que se puede alcanzar un acuerdo ambicioso. Los anuncios de estas reuniones de primavera serán un paso pequeño. El nombramiento de un presidente nuevo del Banco Mundial este año será una oportunidad para cambiar la conversación sobre pasos más grandes.

Los acuerdos equilibrados implican un liderazgo político global. Este año hay muchas oportunidades en las reuniones internacionales. No obstante, todo fracasará a menos que se negocie un paquete transformador que responda a las preocupaciones de todos los países. En última instancia, las grandes decisiones son para los accionistas. En un momento en que otras instituciones multilaterales se tambalean y las rivalidades entre las grandes potencias ponen en peligro tanto, necesitamos más que nunca que las IFI ayuden a resolver los problemas económicos del mundo, así como la voluntad política para que estas instituciones se expandan drásticamente.

El tema de las reuniones del Banco Mundial/FMI es “remodelar el desarrollo para una nueva era”. Los líderes que construyan la alianza mundial para ofrecer prosperidad a las personas y al planeta se ganarán la gratitud del mundo durante muchos años.

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