The Elders advierten que el fracaso del liderazgo político pone en riesgo el orden mundial
El mundo está al borde de un abismo. Los cimientos del derecho internacional y de la cooperación multilateral están en serio riesgo de colapso debido a los innumerables fracasos de los líderes políticos. Estamos enfrentando el momento más peligroso en la historia desde la Segunda Guerra Mundial.
Las Naciones Unidas y otras instituciones creadas para promover la estabilidad y la responsabilidad que se derivan del Estado de Derecho están bajo ataque. El creciente clima de impunidad de los Estados y los dirigentes, que no muestran ningún respeto por los principios sobre los que se fundaron, puede llevarnos a un punto de no retorno.
Los principios de la Carta de la ONU corren el riesgo de quedar relegados por el nacionalismo agresivo y la rivalidad entre grandes potencias. Esto no beneficia a ningún Estado en el largo plazo, debido a las amenazas existenciales que enfrenta la humanidad y que solo pueden resolverse a través de la cooperación mundial en un marco de reglas acordadas.
El derecho internacional debe aplicarse universalmente. Ningún país está por encima de la ley. Pero el doble rasero utilizado por algunos Estados, especialmente los más poderosos, debilita la credibilidad de las instituciones mundiales encargadas de defender el Estado de derecho.
La guerra de Rusia contra Ucrania es un acto de agresión contra un Estado soberano y una violación a la Carta de las Naciones Unidas, con implicaciones mundiales. Los dirigentes rusos deben ser responsabilizados. Apoyamos los esfuerzos de la Corte Penal Internacional (CPI) para llevarlos ante la justicia.
La CPI y la Corte Internacional de Justicia cumplen sus mandatos al exigir responsabilidades a las partes en el conflicto entre Israel y Hamás, conforme al derecho internacional.
Nos oponemos a cualquier intento de deslegitimar esta labor, y también nos oponemos a las amenazas contra el fiscal de la CPI u otros funcionarios con medidas punitivas y sanciones.
El Estado de derecho debe aplicarse de forma coherente. El doble rasero permite a los autócratas enmarcar los valores universales de los derechos humanos y el derecho internacional consagrados en la Carta de la ONU como ‘creaciones occidentales’. No lo son. Responden a los intereses de todos los países.
El resquebrajamiento del orden internacional puede observarse en la proliferación de conflictos, olvidados por los líderes mundiales y los medios de comunicación, que afectan a más de 2 mil millones de personas en países como Myanmar, Sudán, la República Democrática del Congo o Haití.
El fracaso, la semana pasada, en la negociación de un nuevo tratado sobre pandemias para aprobación de la Asamblea Mundial de la Salud es otro ejemplo de liderazgo débil. Los científicos tienen claro que nos arriesgamos a otra pandemia letal. El mundo no ha aprendido las lecciones de COVID-19. Necesitamos urgentemente que los líderes se comprometan directamente a garantizar un acuerdo global para prepararse, prevenir y responder a las pandemias, para que el mundo pueda afrontarlas mejor la próxima vez.
De cara a las negociaciones vitales sobre el futuro del clima y la biodiversidad del planeta, los países deben poder confiar en que cuando lleguen a acuerdos mutuos, esos compromisos se respetarán y se cumplirán.
Ha llegado el momento de que los líderes sean honestos con sus pueblos. La imprevisibilidad y la inestabilidad que surgen cuando no se garantiza el Estado de Derecho amenazan la seguridad de todos los países. En un año de múltiples elecciones, los ciudadanos también tienen la responsabilidad de usar su voto con sensatez, eligiendo a líderes que adopten una visión de largo plazo en la protección de sus intereses y rechazando a los populistas que explotan los temores y fomentan la división para obtener beneficios a corto plazo.
Al concluir nuestra reunión en Brasil, esperamos que los líderes del país aprovechen las oportunidades que ofrecen la Cumbre del G20 en noviembre y la gran conferencia sobre el clima (COP30) en 2025, para trabajar con otros países en la restauración de la credibilidad del sistema multilateral y de la confianza que lo sostiene.
Para salir del abismo al que nos enfrentamos, aquellos que ocupan posiciones de poder deben mostrar un liderazgo con visión de futuro para construir un mundo mejor para las generaciones actuales y futuras. Se está acabando el tiempo para reforzar las instituciones que hacen posible la colaboración que se necesita para lograrlo.
FIN
Mary Robinson, former President of Ireland and Chair of The Elders
Ban Ki-moon, former UN Secretary-General and Deputy Chair of The Elders
Graça Machel, Founder of the Graça Machel Trust, Co-founder and Deputy Chair of The Elders
Gro Harlem Brundtland, former Prime Minister of Norway and former Director-General of the WHO
Helen Clark, former Prime Minister of New Zealand and former head of the UN Development Programme
Elbegdorj Tsakhia, former President and Prime Minister of Mongolia
Zeid Ra'ad Al Hussein, former UN High Commissioner for Human Rights
Hina Jilani, Advocate of the Supreme Court of Pakistan and co-chair of the Taskforce on Justice
Denis Mukwege, physician and human rights advocate, Nobel Peace Laureate
Ellen Johnson Sirleaf, former President of Liberia and Nobel Peace Laureate
Juan Manuel Santos, former President of Colombia and Nobel Peace Laureate
Ernesto Zedillo, former President of Mexico
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