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Climate crisis
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La igualdad de género, la justicia climática y la educación van de la mano

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La activista por la justicia climática Julieta Martínez de Chile reflexiona sobre la intersección del cambio climático, la igualdad de género y la educación, y llama a abordar la crisis climática desde una perspectiva feminista.

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Este es el quinto blog que presenta The Elders en su Serie Intergeneracional de Blogs sobre el Cambio Climático 2021, con una introducción de Ricardo Lagos:


"El cambio climático es un problema de género y debe examinarse a través de la lente del feminismo. Todo intento por alcanzar la justicia climática sin reconocer las injusticias intersecantes está condenado al fracaso. 

La joven activista Julieta Martínez, de mi país natal de Chile, representa a la generación que nos reprocha por no actuar sobre la crisis climática y exige con todo derecho las medidas necesarias para combatir las desigualdades. Escribe convincentemente sobre la función de la educación para afrontar tanto el cambio climático como la desigualdad de género. 

Los líderes deben hacer de la igualdad de género una prioridad — con los hombres como aliados — para encarar la injusticia de género y climática en Chile, América Latina y más allá. Como dijo una vez nuestro fundador, Nelson Mandela: 'La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.'"

- Ricardo Lagos


Es hora de ver la educación como una herramienta clave para generar una transformación social, ¿verdad?

Me llamo Julieta Martínez, soy chilena y latina y activista por la justicia climática y la igualdad de género.

Mi activismo comenzó cuando tenía 13 años. Luego de asistir a un evento de innovación social con mis padres, pude conocer y escuchar a emprendedores sociales que trabajaban en áreas vulnerables. Uno de los grandes problemas que encaraban era el medio ambiente. Recuerdo a una persona que me impactó especialmente; habló del uso de la tecnología para llevar agua a las localidades vulnerables. Esa historia marcó mi despertar al activismo ambiental y me permitió salir de la burbuja escolar en la que me hallaba, y pensaba que uno podía ser ambientalista con tan solo reciclar los materiales del aula.

Los testimonios que escuché hablaban de otra realidad y me di cuenta de que la información disponible a la sociedad civil sobre los problemas ambientales era tremendamente insuficiente. ¿Cómo puede ser que en mi país haya más de un millón de personas sin acceso al agua potable? ¿Cómo pueden existir áreas de sacrifico a tan solo unos kilómetros de mi casa? ¿Por qué es un tema secundario para los medios?

Poco a poco, fui creciendo al igual que mi activismo, mi incomodidad fue cada vez mayor y comencé a cuestionar las innumerables negaciones e inequidades frente a lo obvio e innegable. Me di cuenta de que no solo era un problema en Chile, sino en toda América Latina. Una de las causas de fondo de este problema multifacético tiene que ver con la educación ambiental escasa en las comunidades y en el sistema escolar, donde la enseñanza sobre la acción climática dista de ser una prioridad. Como consecuencia de ello, los ciudadanos no sienten una conexión con el medio ambiente e ignoran los problemas ambientales que los rodean. Al ser muchas veces invisibles, son muchos quienes niegan los grandes problemas y abusos contra las comunidades marginadas, dañadas por un sistema que las deja constantemente a la deriva y sin las herramientas para defenderse de los conflictos ambientales.

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Cuanto más aprendía sobre la crisis climática, más entendía que tenía que emplear un enfoque interseccional. No se trata solamente de una crisis ambiental, sino también de una crisis de los derechos humanos.

Es una crisis con rostro de mujer y la educación como solución.

El 70% de las personas más pobres del mundo son mujeres. El 80% de los refugiados climáticos son mujeres y niñas. De los 263 millones de niños que están fuera del sistema escolar, 130 son niñas. Niñas de comunidades de migrantes, pueblos originarios, personas con discapacidades, comunidades rurales, comunidades marginadas e invisibilizadas que no tienen acceso a la educación y terminan presas de un futuro incierto, sin prosperidad económica; enfrentadas a la violencia, la discriminación y el sexismo.

Según Project Drawdown, si les diéramos a todas las niñas del mundo acceso a la educación y la planificación familiar, podríamos reducir hasta 105 gigatoneladas de CO2. De acuerdo a Brookings Institution, para cada año de escolaridad adicional que reciben las niñas, la resiliencia de los países ante los desastres naturales mejora en 3,2 puntos en el índice de ND-GAIN. Los datos demuestran lo que nos dice Malala: que "una niña que recibe educación no solo mejora su calidad de vida, sino que puede cambiar el mundo, y para mejor".

No es un discurso motivacional. Se trata de tomar acción real.

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Basándonos en nuestra convicción de que la educación de niñas potenciaría las soluciones climáticas, en 2021, nosotras, desde el colectivo de Tremendas —una plataforma de acción global que reúne a jóvenes de todo el mundo para impulsar y trabajar en causas con impacto social— lanzamos la Academia Climática. Reunimos a 600 niñas de América Latina con el objetivo de educar, informar y empoderarlas como promotoras del cambio, para brindar una plataforma en donde las jóvenes activistas pueden emplear sus habilidades en preparar la transición hacia el desarrollo sostenible.

“Los derechos de la mujer son derechos humanos”, dijo Hillary Clinton en su icónico discurso de 1995 en Beijing, en la Conferencia Mundial sobre la Mujer. Hoy, 26 años después, debemos ir más lejos. Debemos cerrar la brecha de la desigualdad y darles un espacio a las mujeres dirigentes conectadas con su medio ambiente, debemos escuchar a las mujeres que saben luchar y defender sus derechos, ¡y alentar a las mujeres audaces que no pierden de vista lo importante!

Las niñas informadas pueden mejorar el mundo, cerrar la brecha y llevar la igualdad de género al próximo nivel.


Julieta Martínez es una activista chilena por la justicia climática y la igualdad de género, fundadora de la plataforma de acción global Tremendas, un colectivo que trabaja por visibilizar y empoderar a las niñas activistas que trabajan por lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en 18 países del mundo. Es miembro del Grupo de Trabajo Jóvenes Generación Igualdad de ONU Mujeres y co-fundadora de la red internacional Latinas For Climate, una plataforma que trabaja por educar, concientizar y tomar acción sobre la crisis climática con una perspectiva de género. Julieta también es co-fundadora de la Academia Climáticas que les ofrece a 600 niñas latinoamericanas una educación ambiental de calidad desde una perspectiva de género.

Views expressed are those of the author and do not necessarily represent those of The Elders or The Elders Foundation

Mary Robinson and Brianna Fruean at COP 25Intergenerational Climate Blog Series 2021

Featuring youth climate activists from around the world, discover stories of courage, hope and resilience in taking climate action.

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